No es un secreto que muchas personas que optamos por la compañía de mascotas, llegamos a quererlas como si fueran nuestros propios hijos. Perros, gatos, hámsteres e incluso lagartos, pueden convertirse en los consentidos de la familia, aunque haya gente a la cual esto la parezca una exageración. Con los perros es mucho más sencillo, pues de todos los animales, son quienes más nos entregan su cariño incondicional.
¿Pero cómo es posible que un simple animal, en ocasiones, pueda llegar a ser más importante que el resto del mundo?
La ciencia tiene una respuesta perfectamente razonable para explicarlo.
De acuerdo con una investigación llevada a cabo por el Departamento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad de Azabu, en tierras japonesas, la principal responsable de este lazo afectivo es la oxitocina, también conocida como hormona del amor.
Esta sustancia se despide del cerebro cuando experimentamos relaciones sociales satisfactorias, como lo pueden las que tenemos con nuestra pareja, nuestros amigos, hijos y por supuesto, las mascotas. La hormona en realidad no distingue cuando tenemos sentimientos por una persona o un animal.
Claro está que no todos llegan a desarrollar ese vínculo de afecto por sus perros, hay quienes solo los tienen para resguardar su casa o bien, los quieren sin llegar a tanto.
La gente que los considera como verdaderos hijos peludos ha ido un poco más allá. Acciones como acariciar a tu perro, hablarle o mirarlo a los ojos, son las que van creando ese fuerte lazo de cariño. Y es que ellos, a través de su mirada, le hacen saber a sus dueños que son parte de su manada y de su vida.
Dicha situación es más notable en personas solteras o sin hijos, que no tienen bebés a quienes expresar su afecto.
Así ya sabes, no estás loco, ¡simplemente tienes mucho amor para dar!